sábado, 30 de julio de 2011

Diferencias entre la lectura de los libros y la informática.

Me encontraba leyendo el libro de Georges Perec “Pensar y clasificar”[1] y observé, que si bien el merecido pensador tiene un aspecto intelectual que aún se mantiene, la sociedad no. Y fue así, que mientras tomaba mi café y escuchaba la música de Miss Kitten, cavilé y comparé los modos de leer un libro y la computadora, que si bien si hay parecido alguno, distan bastante por la naturaleza de los mismos. De allí que vi menester un nimio y escueto –recalco en estos términos –ensayo con las diferencias básicas.

La lectura de un libro es llevada a cabo en una serie de mecanismos, captando el mensaje en su nivel más elemental. Estos mecanismos son de manera esquemática: el cuerpo, la postura, la intervención de las decisiones secuenciales o las opciones temporales (Perec Georges, 1986; 81).

Ahora, la lectura informática es de igual manera, llevada a cabo por una serie de mecanismos; pero si leyendo un libro se capta de manera elemental, es en la computadora en donde se da una exacerbación de este adjetivo, que con la desmesurada cantidad de información proveniente de todos lados, no queda más que reducir drásticamente los niveles de retención, y sus modelos son aumentados de manera simétrica. Tenemos a el cuerpo, que no solamente lleva la lectura del cuerpo con los ojos, sino también con el oído[2] y con el tacto. Y en la postura, imperativamente viene ya de manera reglamentada con la plataforma en que se lee (llámese computadora de escritorio, laptop, Smartphone, etc.). Las intervenciones de las decisiones secuenciales o las opciones temporales son ya tan numerosas, que se desperdicia mucho más tiempo en tratar de sobreponerse y escoger las opciones, que en lo que realmente se lee.

En los libros, el aspecto de los ojos entra en un estado común que algunos teóricos de la información llaman “reconocimiento formal”, que no es otra cosa que la búsqueda de rasgos pertinentes, que permiten pasar de una sucesión de letras a una coherencia sintáctica a la que denominan estilo (Perec Georges, 1986; 83). Este estilo es bien diferenciado entre los diferentes textos habidos, ya sea literatura (donde dependiendo el “estilo” marcan las pautas de estos rasgos), o en los libros científicos, en donde persisten las palabras clave.

En la lectura informática, no sólo intervienen los letras, sino también los colores, sonidos e imágenes, haciendo de la lectura una experiencia sinestésica.

Un aspecto importante que es pertinente mencionar, son los modos en que es posible la lectura de los libros, dependiendo de las situaciones en que el lector se encuentre (Perec Georges, 1986, 88 – 93), y que también prefigura en una descripción global de las actividades urbanas en la actualidad, que son:

- El cuerpo: según la funciones corporales, ya sea mientras se degusta un alimento, mientras se baña, mientras se caga, mientras se quiere dormir.

- El espacio social: en donde y en que lugares de dominio público se lee.

- El transporte: en donde el transporte es un factor importante en la lectura, y sobretodo en el sistema de transporte colectivo metropolitano, en donde se puede considerar como la “verdadera biblioteca del pueblo”.

-Viajes: la lectura que hay en los viajes, como una experiencia más a contar.

-Varios: lectura de vacaciones, veraneantes, de turistas, etc.

Empero, en la lectura informática los lapsos son inexistentes, el tiempo dejó de ser un limitante y ahora impera la molesta actividad de hablar y estar viendo los diversos dispositivos móviles; leyendo y escuchando, todo incompleto e inacabado.

Respecto a la actividad corporal, se ha trastornado tanto que incluso ya representa un problema de salud, en donde se muestran cambios de comportamiento y repercute con ello el ritmo circadiano: si antes leíamos para conciliar el sueño, ahora la lectura informática no nos deja dormir.

El espacio social es un tema tan amplio que merecería otro ensayo o un libro. Alejandro Hernández, en un artículo sobre el espacio arquitectónico de México, retoma a Michel Serres y los diferentes cuestionamientos que hace.[3] Para nuestros intereses, ahondaremos principalmente en la tercera pregunta: Quo? ¿Adonde vamos? Y es en la actualidad, en donde gracias a la banda ancha, todo espacio es susceptible de una lectura informática, pero con ello, se pierde la naturaleza principal de los espacios públicos y se revierten –caducan, siguiendo la tétrada de McLuhan[4] - o en el mejor de los casos, algunos se especializan y se enfocan en ello. El espació público a últimas, no sólo se ha privatizado, también se ha individualizado; su esencia y razón de ser dejo de existir.

En lo tocante a los viajes, hay una metáfora interesante con respecto a la lectura informática: navegar. Se le llama navegar cuando se viaja a través de la red, como si la computadora fuera una ventana, un transporte que nos enseña otros lugares y tiempos, el aleph, y en efecto, lo es. Navegando por la red mientras se viaja, un eufemismo tan común que no vemos lo irónicamente paradójico en ello.

Finalmente, como pasa en la mayoría de los inventos, el Internet cambio tan rápido que la sociedad aun no lo asimila –que aun no asimila el libro -, y se ve en la necesidad emergente de copiar algunos elementos del libro, y sus diferencias se notan en la práctica, en lo sincrónico y en la evolución continua de la sociedad. El Internet es tan común como nunca lo fue el libro. Lamentablemente su uso común es bastante denostado y carente de todo sentido, que hacen ver al Internet como un aspecto negativo, y al libro como sinónimo de cultura e intelectualidad.

Al terminar la lectura, el Internet se alentó, no terminé de escuchar a Miss Kitten y acabé escuchando el álbum de The Genius of Komeda, de Komeda (valga la redundancia), y leyendo la novela de ciencia ficción “El autoestopista intergaláctico” de Douglas Adams. Recapacité sobre lo escrito, y dije: los libros nunca se alentaran, sólo las ideas lo hacen. Lamentable situación.

Bibliografía.

- Perec Georges., Pensar / Clasificar (trad. Gardini Carlos). Ed. Gedisa. Barcelona, España. 1986.

- Hernández G. Alejandro, Preguntas latinas. En: La tempestad. Vol. 13, No. 78, Mayo-Junio del 2011.

- Marshall y McLuhan Eric, Leyes de los medios. La nueva ciencia. Ed. Patria. México. D. F. 1990.


[1] Perec Georges. Pensar / Clasificar (trad. Gardini Carlos). Ed. Gedisa. Barcelona, España. 1986

[2] Marshall McLuhan considera la lateralización cerebral y la predominancia del espacio acústico como consecuencias de la tecnología eléctrica, dejando atrás el concepto occidental de lo visual (Marshall y McLuhan, 1990; 15 – 77)

[3] Cuestionamientos que hacen uso e las relaciones entre la arquitectura y el presente local Ubi? Quo? Unde? Qua? (Hernandez G. Alejandro, Preguntas latinas. En: La tempestad. Vol. 13, No. 78, Mayo-Junio del 2011)

[4] La tétrada tiene los elementos de intensificar: invetir, recuperar, Hacer caducar (Marshall y McLuhan, 1990, 143 – 228)


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